martes, 6 de marzo de 2012

Lectura

Volver a saborear dulces páginas llenas de aventura,
Adentrarme en un mágico mundo,
Y vivir momentos llenos de emoción.

Momentos únicos,
Que nadie nunca entenderá,
Que te hacen reír o llorar,
Que te hacen pensar y madurar.

Conocer a gente nueva,
Encontrarse con nuevas criaturas,
Caminar por lugares jamás conocidos
Y explorar nuevos mundos.

Así de la mañana a la noche,
Y de la noche a la mañana.
Disfrutando y viviendo momentos
Que jamás serán olvidados.

El placer de escribir

Escribir es lo más bonito
que jamás existió.

El poder crear nuevos mundos a los que ir,
nuevos personajes a los que conocer,
ver extrañas criaturas,
es lo mejor que se pudo hacer.

En tan solo dos segundos,
en un trozo de papel,
todos tus sentimientos,
allí los puedes esconder.

El mejor medio para relajarte,
para desahogarte,
para desconectar de la vida real.

La literatura es algo único,
hermoso y maravilloso,
lleno de sentimientos,
lleno de amor.

13/01/10

Los pájaros no cantan,
las luces se apagan,
y miles de lágrimas
resbalan por mi cara.

Las hojas de los árboles
no paran de caer,
y el disparo de un arma
retumba bajo mis pies.

Miles de cadáveres
yacen tumbados en la ciudad,
provocando gritos de niños
que a su vez no paran de llorar.

Empieza a llover,
entonces echo a correr,
cuando una bomba que explota
me hace retroceder.

Al amanecer,
la guerra finaliza,
bajo un manto de ceniza
que me paraliza.

lunes, 5 de marzo de 2012

Terrible pesadilla parte 15


Las puertas del ascensor se abren para indicarnos que ya hemos llegado a la planta solicitada.
Me dirijo hacia la UCI. Intento entrar, pero unos enfermeros no me dejan. La enfermera habla con ellos y le dejan pasar, pero a mí no.
Así que espero, pero tan solo cinco eternos minutos. Sale entonces un médico de unos cincuenta y pocos años, bajo, gordo y con pelo canoso.
-Ashira, ¿no?-pregunta.
-Sí, esa soy yo.
-Bien. Verás, ¿me acompañas a mi despacho?
-¿No puedo ver antes a mi madre?
-Todavía no, será mejor así.
-Está bien, vayamos a su despacho ahora mismo.
Una vez llegamos a la oficina, me indica que me siente en un sofá. Él se sienta a mi lado. Una vez nos sentamos, me mira fijamente durante unos segundos.
-Bueno Ashira. Esto es complicado. No sé por dónde empezar.
-Si quiere yo le ayudo. ¿Qué le parece si empieza por el principio? Seguro que así le resultará todo más fácil.
-Gracias por el consejo. –me dice sonriendo.
-Usted perdone las exigencias, pero ¿me va a decir ya aquello que me tiene que decir?
-Eh, sí, claro. Verás…ya han pasado las cuarenta y ocho horas que dejamos de margen para que el paciente reaccione.
-¿Y ha reaccionado?
-Esa es la cuestión. No ha ocurrido nada.
-Eso significa que…¿la vais a desconectar de las máquinas?
-Me temo que sí. No podemos hacer nada más.
-¿No le podéis dejar un día más de plazo? Seguro que reacciona, tiene que hacerlo…-pero no puedo continuar.
Aquellas palabras me destrozaron. Me había hecho a la idea de que aquello podía ocurrir, pero por mucho que te hagas a la idea, la realidad, que es dura, siempre te sorprende y te hunde. Quería llorar, pero no tenía más lágrimas que echar. Me quedo callada, sin decir palabra, sin proferir ningún sonido.
Tan solo espero a que su respuesta llegue…
-Lo siento Ashira, pero no es posible.
-¿Puedo verla al menos una última vez? Para poder despedirme de ella…por favor.
-Claro que sí podrás. Lo siento mucho, de verás.
Tras decir estas palabras, me da un abrazo, que agradezco, pues es lo que más falta me hacía en aquellos momentos. Sentirme querida por alguien, aunque por última vez se tratase.
¿Qué iba a hacer de ahora en adelante sola? Sin Gaétan, sin mi madre. Siento un gran vacío en mi interior. La mitad de mi vida ha muerto, y la otra se mantiene en vida con dificultad. ¿Tenía realmente sentido mi vida sin ellos? Desde luego que no.
-¿De verdad quieres verla por última vez?
-Sí. Y cuanto antes, mejor.
Una vez dicho esto, ambos nos levantamos al mismo tiempo y abandonamos el despacho. Una vez dentro de la UCI, la vi. Estaba peor que la última vez que la vi. Más blanca, pálida, si aquello era posible. Me acerqué a ella y le cogí de la mano.
El doctor se va, dejandonos privacidad, para aquel duro adiós.
Una vez a solas, comienzo a contarle una retahíla de cosas sin sentido y, a la vez, con sentido.
-Quería darte las gracias por todo lo que has hecho por mí. Te has comportado siempre muy bien. Eres lo mejor que he tenido en la vida, el tesoro más apreciado, la joya más valiosa. Lo has sido todo, por eso, te has llevado una parte mía contigo. Tantas cosas quiero decirte, pero ninguna tendrá importancia ahora.-hago una pausa para respirar profundamente y relajarme-Te amo, y siempre lo haré, pues aunque no estés a mi lado para consolarme, hacerme reír, regañarme o simplemente ahuyentar mis mayores miedos, siempre permanecerás en mi corazón. Nunca olvides que te he amado como a nadie. Me duele mucho dejarte. Por mí permanecería junto a ti hasta que mi hora llegase.
Por arte de magia, unpar de lágrimas resbalan por mi cara.
-Puede parecerte ridículo, pero te estoy dibujando en mi mente, para jamás olvidar tu hermosa sonrisa, tus dulces y preciosos ojos que tanta confianza me inspiraban. Te estoy grabando a fuego para poder verte todas las noches antes de dormir. Quiero creer que aunque no puedas mantener contacto de ningún tipo conmigo, estarás aquí, para protegerme. Sé mi ángel de la guardia.
El doctor se asoma, para indicarme que ya es hora que abandone la habitación. Afirmo con la cabeza.
-Mamá…aunque me pese y me duela, tengo que despedirme de ti. A…ad…adiós querida Alina…hasta pronto.
Le doy un beso en la mejilla y me giro y empiezo a caminar hacia la puerta.
-A…shi…ra.
Sorprendida me giro, y la observo. Echo a correr a su lado. Había sido ella, estaba segura.
-Mamá…¿estás viva?
Pero no obtengo respuesta.
-Doctor, ¿le ha oído? Ha dicho mi nombre.
-Ashira, nadie ha dicho nada. Estás teniendo alucinaciones.
-Doctor, le juro que ha hablado y no ha sido para nada fruto de mi imaginación. Por favor, créame…y dejela un día más aquí. Se lo suplico…
-Ya lo hablamos y no hay posibilidad alguna. Me temo que tu madre no ha dicho nada. Ha sido todo una ilusión. Se debe a que no quieres aceptar que la otra persona se ha ido, entonces escucha su voz, pero, sin embargo, nada ha ocurrido. Suele pasar.
-Pero…doctor…esta vez es diferente…
Y me empiezo a ahogar con mi llanto. Siento que el aire me falta. Todo se vuelve negro.
Abro los ojos, y una inmensa claridad me inunda, dejándome ciega. No sé dónde me encuentro, ni si estoy en compañía o no. Tan solo me viene a la mente la última conversación que tuve con el doctor.
Siento un dolor agudo e insoportable que se apodera en mi corazón, reinando en mi cuerpo entero. El recuerdo de alguien que se ha ido es lo más doloroso que existe. Es incluso más doloroso que el saber que se ha ido.
Intento escuchar y entonces reconozco una voz. Una voz que me da escalofríos, que me hiela la sangre, que me da miedo. Pero lo que más me horroriza es aquello que dice.
-Alina…se ha ido.-me dice Alek.
Por el tono de voz, noto que está destrozado, como yo. Pero poco me importa. Seguramente en cuanto vuelva a cobrar el sentido al cien por cien, se marchará, dejandome sola a mi suerte, pues según él, Alina y yo somos como dos gotas de agua. O mejor dicho, eramos como dos gotas de agua. No creo que sería capaz de mirarme a la cara y no sentir dolor.
Cierro los ojos y me quedo dormida, teniendo una pesadilla. La pesadilla de mi vida,una pesadilla sobre lo ocurrido estos últimos días. Algo que jamás podré olvidar y que el tiempo no será capaz de borrar. Algo que cambió radicalmente mi vida.
FIN

Terrible pesadilla parte 14


Solo quedan 24 horas…24 horas en las que pueden pasar de todo o nada. 24 horas de aburrimiento y sufrimiento. 24 horas de alegría y tristeza. 24 horas de impaciencia y nerviosismo.
24 horas es demasiado tiempo pero a la vez poco tiempo.
Cuando llego a la sala de espera, Alek se encuentra sentado en una silla entablando una conversación con una anciana mujer de pelo canoso y ojos verdes. No les interrumpí. No tenía ganas de hablar, solamente de conocer cuál sería el paradero de mi madre.
Agobiada por el ambiente que se respiraba en el hospital, siempre tristeza y sufrimiento, decido salir a la calle para tomar un poco el aire.
Nada más salir, el frío viento que corre me abofetea, pero poco me importa. Necesito estar sola y caminar para expulsar el estrés que había acumulado durante estos días. Quería llorar, necesitaba hacerlo, pero no podía. Enciendo el MP3 para escuchar música. Me hacía falta concentrarme en algo y no pensar en nada durante un rato. Puse una emisora de radio en la cual emitían música durante cuarenta y cinco minutos sin interrupción, o al menos eso decían.
Cuando llevaba ya caminando una hora y media, noto como unas gotas empiezan a golpearme. Miro al cielo y veo cómo las gotas van cayendo lentamente. Me quedo quieta en el lugar donde me encuentro. Veo como personas que salen de sus trabajos se apresuran y aligeran el paso para llegar cuanto antes a sus casas y refugiarse por fin del frío y la lluvia. No quiero volver a entrar en aquel edificio que huele a sangre, sucio y muerte. En estos momentos lo único que deseo es quedarme quieta pasando frío y mojándome. Algunas personas se me quedan mirando cuando pasan a mi lado, otras, pasan completamente de mí. Pero nadie se acerca para hablarme, cosa que agradezco.
Inmediatamente me canso de escuchar música rock y pongo la emisora de música clásica.
Me siento en el suelo, sin importarme si estaba sucio o mojado y me dejo llevar por las hermosísimas obras compuestas por Tchaikovsky, Mozart, Beethoven, Chopin, Brahms, Vivaldi y demás. Entonces rompo a llorar. Y lloro como nunca antes lo he hecho. Lloro hasta quedarme seca por dentro, hasta que mis ojos se ponen rojos y comienzan a escocerme. Podría haber formado un mar con las lágrimas que había derramado a lo largo del día.
Cuando me doy cuenta ya ha oscurecido y las únicas luces que alumbran las calles es aquella de las farolas. Mierda, me he quedado dormida. Me levanto y comienzo a andar hacia el hospital. Por el camino empiezo a tiritar. Hace un frío horrible. Aunque poco me importa.
Llego al hospital helada. Lo primero que hago es ir a recepción para preguntarle a alguna enfermera si se tiene noticia sobre mi madre Alina.
-Buenas noches-digo.
-Buenas noches …
Justo cuando me ve, abandona aquel lugar. Su actitud me sorprende. ¿Quéhabré hecho para que se vaya de esa forma? ¿Habrá pasado algo? Entonces veo que vuelve con una toalla y se acerca a mí para colocarme la toalla sobre mis hombres. A continuación me da un chaquetón que tiene pinta de ser muy calentito.
-¿Dónde te has metido? Estás tiritando. ¿Quieres un chocolate caliente para entrar en calor?-me pregunta.
-No gracias. No quiero. Es muy amable de su parte. Por cierto, muchas gracias por la toalla y el chaquetón. No hacía falta que me diese nada.
-Es lo menos que podía hacer. No quiero que cojas una pulmonía por mi culpa. Jovencita, no sé donde te habrás metido, pero debes tener mucho cuidado. Bueno, ¿te puedo ayudar en algo?
-Ehh, sí. Quería saber si hay alguna información sobre la paciente Alina, se encuentra en la UCI, está en coma.
-A ver…¿Alina me ha dicho?
-Eso mismo.
Observo como aquella enfermera regordeta cuyo nombre es Georgette busca algo en un ordenador antiguo.
Pero entonces llega la joven enfermera que nos atendió, llamada Nikita, y me hace una señal para que la acompañe.
Me despido de Georgette y le doy las gracias otra vez. Una vez estoy con Nikita, quien me toma de la mano y me la aprieta.
-Ashira te llamabas, ¿no?
-Sí. Ashira.
-Bien…los médicos ya han tomado una decisión sobre lo que se debe hacer con tu madre.
-¿Y bien?-pregunto ansiosa.
-Sube a la UCI conmigo que allí los médicos te darán la respuesta.
Así que cuando comienza a andar hacia el ascensor la sigo sin rechistar ni protestar, sin siquiera hacerle una pregunta. Me callo y espero con ansiedad a saber si podré volver a mantener una conversación con ella o bien nunca más volvería a hacerlo. Se me hizo un nudo en el estomágo y, de repente, tuve dificultades para respirar. Aquello era una emoción demasiado fuerte para mí.

Terrible pesadilla parte 13


Para mi sorpresa, esta información no me afectó para nada, quizá porque aquello era tan irreal que ya no me quedaba otra que aceptar todos los acontecimientos que iban sucediendo. Sin embargo, a Alek sí que le afectó. Ahora lo veía destrozado. Y el verlo así, de esa manera, no podía evitar sentirme más relajada y mejor.
La enfermera se levantó y comenzó a andar. La seguí, pues tenía que preguntarle algo de suma importancia. Una vez la alcancé, conseguí formularle la pregunta cuya respuesta ansiaba.
-¿Puedo ver a mi madre? Es todo lo que desearía en este momento. He leído varios libros sobre el coma, y decían que si les hablaban, te oían. Así que puede que si le hablo, se ponga mejor.
La enfermera me sonrió, me cogió la mano, y me la apretó.
-Sí que puedes. Pero no en este momento. Te avisaré cuando sea posible. ¿Vale?
-De acuerdo.
Un poco decepcionada, vuelvo al lugar de partida: la sala de espera.
Seguí esperando, durante segundos, minutos e incluso horas. Miré el reloj. Perfecto, ya hace un día que me encuentro en el hospital. Suspiro.
De repente, siento una mano en mi hombro y no puedo evitar pegar un bote. Cuando me giro, veo a la enfermera, que me dice al oído que ya puedo pasar. No tardo más de medio segundo en levantarme de aquella dura e incómoda silla y seguir a la enfermera.
Por el camino, intenta entablar algo de conversación.
-¿Has comido algo?-pregunta.
-Emmm, sí, un bocadillo que me trajo Alek.
-¿Solo eso?
-Sí, no tengo mucho apetito, la verdad.
-Te entiendo, pero deberías comer algo. No es bueno eso de no comer.
-Gracias.
Nos paramos frente a un ascensor y esperamos a que éste llegue a la planta donde nos encontramos. Una vez las puertas se abren nos montamos en el ascensor. Por fin llegamos a la planta tres. La enfermera me lleva hasta la UCI, donde se encuentra Alina.
Cuando entro, el corazón me da un vuelco. Ahí está mi madre tumbada en una cama, conectada a muchas máquinas. Está pálida y no se mueve nada. Me acerco poco a poco hacia ella.
Una vez estoy junto a ella, me siento en una silla y le cojo la mano, que tiene congelada. Estaba más muerta que viva. Y dudaba mucho que fuera a continuar con vida. Sin embargo, aún tenía esperanzas.
-Mamá-digo mientras las lágrimas brotan de mis ojos.- siento mucho lo ocurrido. Debí hacer algo para impedir que Alek te tocase. Perdóname. Solo te pido una cosa…No me abandones nunca, por favor. Al menos no ahora. Te necesito mucho a lo largo de mi vida. Sin ti no soy nada.
Hago una pequeña parada para desahogarme un poco llorando. Cuando ya me encuentro mejor, sigo contándole todo cuanto deseo decirle.
-Como te decía, mamá. Te necesito. Y no me imagino una vida sin ti ni Gaétan. No soporto la idea de quedarme a vivir con Alek. De todos modos, ¿qué haría yo sin ti? Nada. Así que te suplico e imploro que te quedes a mi lado.
Levanté su mano y le di un beso fugaz.
-Antes de irme, mamá, te voy a cantar tu canción favorita. A ver si así consigo que te quedes aquí. Es todo cuanto necesito, tenerte.
Tras decir aquello, tomé aire y comencé a cantar en voz baja.
I hate my life
I can't sit still for one more single day
I've been here waiting for something
To live and die for
Let's run and hide
Out of touch
Out of time
Just get lost without a sign
As long as you stand by my side
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
Shine
You see my soul
I'm a nightmare
Out of control
I'm crashing into the dark
Into the moon
Into the world of our cocoon
You're the sun
And I'm a moon
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
Shine
Don't let go
Oh, oh no
Don't you know
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
Shine, shine, shine
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
In your shadow I can shine
Shine, shine, shine
In your shadow I can shine
Justo cuando termino de cantarla, viene la enfermera para decirme que ya no puedo permanecer allí más tiempo. Así que me levanto de la silla y le doy otro beso a mi madre, esta vez en la frente.
-Descansa mamá, pero reacciona dentro de poco. Tienes que quedarte aquí conmigo. Por favor, solamente en tu sombra puedo brillar. Te quiero.
Y tras decir esto, abandono la habitación, sintiéndome bien y mal a la vez.
Solo quedan 24 horas…

Terrible pesadilla parte 12


En cuestión de dos o tres minutos llegamos al hospital más cercano.
Allí los enfermeros se bajaron rapidamente y llevaron la camilla donde mi madre se hallaba al interior de aquel edificio.
Yo bajé poco a poco ya que apenas tenía fuerzas para tenerme en pie. Aun así, hice un esfuerzo y llegué al hospital. La enfermera joven que nos habló a Alek y a mí anteriormente me dijo que debía esperar en la sala de espera. No me opuse. ¿Qué más podía hacer? Ahora era el turno de los médicos de intentar hacer lo posible por averiguar que le ocurría a mi madre y de qué modo podían curarla.
El tiempo pasaba y nadie me decía nada. Pasó una hora y empecé a inquietarme. Me levanté y comencé a caminar por aquella sala que estaba vacía. Recorrí también el largo pasillo que conducía al servicio varias veces. Eso es lo que hacía cuando estaba nerviosa. Caminaba y caminaba sin rumbo, para tener algo que hacer.
-Ashira.
-Ah, hola Alek. Eres tú.
-¿Quién si no?-pregunta extrañado.
-Pensé que podía ser alguna enfermera.
-¿Se sabe algo de ella?
-Qué va, ninguna noticia. Llevo esperando dos horas y nadie se ha dignado en decirme nada.
-Tranquila, es solo cuestión de esperar. ¿Quieres que te traiga un café?
-Sí, por favor. Me vendrá bien.
Me senté y seguí esperando. Alek vino y me dio el café que pedí. Se sentó a mi lado para hacerme compañía. Nos bebemos el café tranquilamente y en silencio. Cada uno estaba concentrado en sus pensamientos.
-Te la has cargado.-solté tras una larga reflexión.
Alek se quedó perplejo.
-¿Qué?
-Lo que has escuchado. Te has cargado a mi madre.
-¿Por qué dices eso? La bofetada que le di no fue…-pero no terminó la frase.
-¿No fue tan fuerte como para dejarla inconsciente? ¿Te refieres a eso?
-Si-dijo susurrando.
-Claro que no lo fue. Pero ¿durante cuánto tiempo la tuviste encerrada? ¿Diez días?
-Sí.-afirmó.
-Claro. Y no comió, igual que los otros, por temor a que la comida estuviera envenenada. La dejaste sin fuerzas. Cuando le diste el bofetón no pudo quedarse en pie de lo débil que estaba y por eso cayó al suelo. El golpe fue tal, que perdió la consciencia y algo de sangre. El único culpable de que esté ahora en estado grave es tuya. Por eso espero que te sientas culpable.
Se quedo callado durante un buen rato.
-¿Me odias?-pregunta.
-¿Tú qué crees? Puede que me quede sin madre por tu culpa. Sin embargo, no te odio. Para nada. Ese sentimiento no lo tengo hacia ninguna persona, aunque sea un ser despreciable. Aunque esto no es del todo cierto. Odio a personas pero durante un período de tiempo, que no dura mucho.
-Me consuela saber que no me odies.
-Solo espero que estés sufriendo y que tengas en mente siempre a la gente que has matado. Que siempre te arrepientas de ello. Es lo único que mereces. Sufrir y sufrir, por haber hecho daño a tantas personas.
-Ya te dije que no era consciente de lo que hacía Ashira.
-Deberías ir a un médico entonces. Alguna enfermedad tienes que tener.
Tras decir esto, nos sumimos en un gran silencio. Estaba segura que le había dolido. Suspiré y me sentí algo mejor.
Cerré los ojos y el sueño me venció.
Desperté y no vi a Alek por ninguna parte. Di por hecho que se había ido para no volver, como hizo antaño cuando mi madre estuvo en estado.
Pero me equivoqué, Alek volvió. Según me dice, ha ido al baño.
-¿Hay noticias de mi madre?
-Nada nuevo.
-¿Cuánto he dormido?
-Ocho horas.
-Voy a andar un poco, mis piernas lo necesitan.
Me levanté y fui hacia donde estaban las máquinas de café. Pero esta vez, en vez de café, me compré un humeante y delicioso chocolate. Una vez lo hube comprado, vi a la enfermera que conocí.
-Perdone…-digo.
Ella se gira y cuando me reconoce se dirige hacia donde me encontraba.
-Hola señorita.-dice con una sonrisa.
-Hola, usted perdone, pero… ¿hay noticias de mi madre?
-¿Qué edad tienes?
-Qué más da. ¿Me lo va a decir?
-Antes dime tu edad, por favor.
-Diecisiete años.
-¿No está aquí el señor que ayer estaba contigo?
-Sí, pero, ¿me va a decir lo que le pasa a mi madre?
-Lo siento corazón, pero a los menores de edad no se les está permitido contarles nada.
No podía dar crédito a lo que estaba escuchando.
-¿Cómo dice? Es decir, aun siendo su hija, ¿no tengo derecho a saberlo?
-Así son las cosas. Lo siento de verás.
-¿QUÉ LO SIENTE? MI MADRE PUEDE….
-Shhh, baja la voz. Está prohibido gritar en el hospital.-me advierte.
Había armado tal escándalo que dos personas que se encontraban allí se me quedaron mirando.
-Perdone-dice entonces Alek-¿no nos va a dar ninguna información sobre cómo está Alina?
-Sí, le estaba buscando señor.
-Díganos cómo se encuentra.
-Lo siento, pero ella no se puede enterar-dice señalándome.
-Usted me va a decir delante de ella cómo está su madre.
Mañana esta mujercita cumple los dieciocho. Así que no importa si se entera. Es más, está en su derecho, es su madre.
La enfermera, cansada, accedió y nos contó que Alina estaba en coma. Pero que era casi imposible que pudiera volver a vivir.
-Está en coma, cuarto grado.
-¿Qué es eso del cuarto grado?-pregunto ansiosa.
La enfermera me miro y me indicó que me sentase. Una vez estuvimos los tres sentados, comenzó a explicarnos todo.
-Veréis. El coma es una expresión de un fuerte trastorno de las funciones cerebrales y con peligro de muerte. Hay distintos niveles de coma, y Alina se encuentra en el cuarto grado. Bien, cuando una persona se encuentra en el cuarto grado de coma, esto significa que no tiene reacción al dolor ni reacción de las pupilas y además, la falta de los demás reflejos de protección.
-Pero ¿cómo ha entrado mi madre en coma? ¿Qué sucedió?
-Debido a la apoplejía y trauma cerebral.
-¿Se puede recuperar?
-Lo dudamos. Si en 48 horas no reacciona, me temo que la tendremos que desconectar de las máquinas y dejar que se vaya al otro lado. Otra cosa no podemos hacer.