lunes, 5 de marzo de 2012

Terrible pesadilla parte 8


No podía dar crédito a lo que estaba escuchando. ¿Por qué decía que yo le pertenecía ? Esto no tenía sentido. ¿Por qué me quería a mí ? Yo no tenía nada especial, era una chica bastante simple y normal. Solo se me daba bien dibujar, pero aun así no tenía ningún don que él quisiera poseer.
Me aventuré a hacerle una pregunta. Total, si tanto me había esperado y buscado, dudaba que me hiciese daño. No tenía nada que perder.
-¿ Por qué motivo dices que te pertenezco ? Si tú no sabes nada de mí ni yo de tí.
-Eso es lo que crees. Yo te conozco perfectamente, porque eres mía.
-¿Cómo voy a ser tuya ? Desde luego, estás loco.
-¿Quieres respuestas ? Yo te las puedo mostrar.
-¿Y por qué mostrar y no dármelas ?
-Por una sencilla razón, si te las doy yo, no me creerías, así que no depende de mí, sino de otra persona.
Cada vez me sentía más confusa. No tenía ni idea de lo que aquel monstruo quería decir, seguramente estaba delirando. A decir verdad, ¿qué pretendía yo ? ¿Qué un loco me diese una respuesta coherente y con sentido ? Desde luego, aquello era imposible. Pero necesitaba tener más información, así que decidí seguirle el rollo.
-Llévame entonces hacia esa persona que me puede ayudar a obtener la persona.
-¿Estás segura de que quieres ?
-Jamás he estado tan segura.
-Acompáñame.
Me levanté del sillón y lo seguí. Me llevó hacia la puerta que conducía al sótano. De un bolsillo trasero de su pantalón sacó una llave y abrió la puerta. Me hizo pasar la primera, para asegurarse de que no me iba a ningún otro lugar.
Una vez estuvimos abajo, me llevó a otra habitación, y me hizo esperar allí. Me dijo que no iba a tardar mucho.
Al cabo de cinco minutos, que se me hicieron eternos, volvió con una persona. Su cuerpo delataba que se trataba de una mujer. No sabía quién era, puesto que su cara permanecía oculta bajo una especie de saco.
-¿Por qué no le quitas el saco de encima ?
-Por una simple razón. Quiero mantenerla en anonimato.
-Está bien. ¿Puedo comenzar a hacerle las preguntas ?
-Claro que sí. Vamos, habla.
Respiré profundamente e hice una pregunta.
-¿Sabes por qué Alek dice que le pertenezco ?
Aquello me parecía una estúpidez. ¿Cómo iba esa persona a saberlo ? Esto cada vez era más irreal.
A duras penas, aquella persona contestó.
-No…no lo sé.
El corazón se me paró durante unos segundos. Me quedé paralizada. Tras haber pronunciado la primera palabra reconocí a esa persona. Mi madre. Pero, ¿cómo quería Alek que ella supiese lo que tenía que decir ? No tenía sentido.
Alek, por su parte, cogió una cuerda que estaba bien colocada en una mesa de madera y la desenrolló. Comenzó a azotarle el cuerpo.
Proferí un grito. Le pedí que parase. Veía cómo mi madre se encorvaba, podía escucharla gemir. Veía cómo hilillos de sangre recorrían su brazo izquierdo.
-Habla Alina. Dile lo que sabes. –insistió Alek.
-No lo haré. Prefiero morir antes de que ella sepa la verdad.-dijo en voz baja.
Alek estaba dispuesto a golpearla otra vez con la cuerda, pero lo detuve. Me levanté de la silla y di unos pasos tambaleandome.
-Mamá, ¿de qué verdad hablas ?-le pregunto intrigada.
-¿Qué dices Ashira ? ¿De qué verdad hablas ? ¿De dónde has sacado eso?
-Mamá, no te hagas la tonta. He escuchado perfectamente lo que le has dicho a Alek. Que prefieres morir antes de que yo sepa la verdad. ¿De qué verdad estabas hablando ?
-Hija, es mejor que no lo sepas. A veces es mejor vivir en una mentira que conocer la dura realidad.
-Creo que tengo el derecho de saber la realidad, mamá. Dímelo. Tampoco puede ser tan fuerte. Si me lo dices, Alek no te hará daño.
-Exacto Alina. Ashira tiene razón. No te haré ningún daño.-dijo sonriendo.
Permanecimos en silencio durante segundos, que me parecieron una eternidad. Al fin, mi madre se dignó a hablar.
-Ashira, no me odies, por favor. ¿Me lo prometes ?
-Claro que no te odiaré mamá. Pase lo que pase no lo haré.
No sabía si iba a cumplir aquello que había prometido. Tendría que ser una verdad dura, pues si no, no me habría hecho prometerle aquello.
Noté cómo su respiración iba cada vez más deprisa y cómo temblaba. Antes de que hablase, Alek le quitó el sacó de la cabeza y obligó a mi madre a mirarme a los ojos. Sus ojos verdes estaban anegados de lágrimas. Se la veía asustada. Con mucho trabajo, consiguió clavar sus ojos en los míos. A continuación, unas palabras comenzaron a brotar de su boca.
-Ashira…Gaétan...-se calló de repente.
-¿Qué pasa con mi padre ?
-Gaétan, tu padre…-continúo tras una pausa- no era tu padre.
Mis ojos se abrieron como platos. ¿Gaétan no era mi padre ?
¿Me lo decía ahora ? ¿Cómo era aquello posible ?
-¿Entonces quién es mi padre ?
-Tu padre es…Alek.
Tras decir aquello mi madre apartó la vista de mis ojos y continuó llorando de dolor, de tristeza, de verguenza o de lo que fuere.
Me quedé allí de pie en la habitación, sin reaccionar, paralizada. Aquello no podía ser cierto.

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