lunes, 5 de marzo de 2012

Terrible pesadilla parte 12


En cuestión de dos o tres minutos llegamos al hospital más cercano.
Allí los enfermeros se bajaron rapidamente y llevaron la camilla donde mi madre se hallaba al interior de aquel edificio.
Yo bajé poco a poco ya que apenas tenía fuerzas para tenerme en pie. Aun así, hice un esfuerzo y llegué al hospital. La enfermera joven que nos habló a Alek y a mí anteriormente me dijo que debía esperar en la sala de espera. No me opuse. ¿Qué más podía hacer? Ahora era el turno de los médicos de intentar hacer lo posible por averiguar que le ocurría a mi madre y de qué modo podían curarla.
El tiempo pasaba y nadie me decía nada. Pasó una hora y empecé a inquietarme. Me levanté y comencé a caminar por aquella sala que estaba vacía. Recorrí también el largo pasillo que conducía al servicio varias veces. Eso es lo que hacía cuando estaba nerviosa. Caminaba y caminaba sin rumbo, para tener algo que hacer.
-Ashira.
-Ah, hola Alek. Eres tú.
-¿Quién si no?-pregunta extrañado.
-Pensé que podía ser alguna enfermera.
-¿Se sabe algo de ella?
-Qué va, ninguna noticia. Llevo esperando dos horas y nadie se ha dignado en decirme nada.
-Tranquila, es solo cuestión de esperar. ¿Quieres que te traiga un café?
-Sí, por favor. Me vendrá bien.
Me senté y seguí esperando. Alek vino y me dio el café que pedí. Se sentó a mi lado para hacerme compañía. Nos bebemos el café tranquilamente y en silencio. Cada uno estaba concentrado en sus pensamientos.
-Te la has cargado.-solté tras una larga reflexión.
Alek se quedó perplejo.
-¿Qué?
-Lo que has escuchado. Te has cargado a mi madre.
-¿Por qué dices eso? La bofetada que le di no fue…-pero no terminó la frase.
-¿No fue tan fuerte como para dejarla inconsciente? ¿Te refieres a eso?
-Si-dijo susurrando.
-Claro que no lo fue. Pero ¿durante cuánto tiempo la tuviste encerrada? ¿Diez días?
-Sí.-afirmó.
-Claro. Y no comió, igual que los otros, por temor a que la comida estuviera envenenada. La dejaste sin fuerzas. Cuando le diste el bofetón no pudo quedarse en pie de lo débil que estaba y por eso cayó al suelo. El golpe fue tal, que perdió la consciencia y algo de sangre. El único culpable de que esté ahora en estado grave es tuya. Por eso espero que te sientas culpable.
Se quedo callado durante un buen rato.
-¿Me odias?-pregunta.
-¿Tú qué crees? Puede que me quede sin madre por tu culpa. Sin embargo, no te odio. Para nada. Ese sentimiento no lo tengo hacia ninguna persona, aunque sea un ser despreciable. Aunque esto no es del todo cierto. Odio a personas pero durante un período de tiempo, que no dura mucho.
-Me consuela saber que no me odies.
-Solo espero que estés sufriendo y que tengas en mente siempre a la gente que has matado. Que siempre te arrepientas de ello. Es lo único que mereces. Sufrir y sufrir, por haber hecho daño a tantas personas.
-Ya te dije que no era consciente de lo que hacía Ashira.
-Deberías ir a un médico entonces. Alguna enfermedad tienes que tener.
Tras decir esto, nos sumimos en un gran silencio. Estaba segura que le había dolido. Suspiré y me sentí algo mejor.
Cerré los ojos y el sueño me venció.
Desperté y no vi a Alek por ninguna parte. Di por hecho que se había ido para no volver, como hizo antaño cuando mi madre estuvo en estado.
Pero me equivoqué, Alek volvió. Según me dice, ha ido al baño.
-¿Hay noticias de mi madre?
-Nada nuevo.
-¿Cuánto he dormido?
-Ocho horas.
-Voy a andar un poco, mis piernas lo necesitan.
Me levanté y fui hacia donde estaban las máquinas de café. Pero esta vez, en vez de café, me compré un humeante y delicioso chocolate. Una vez lo hube comprado, vi a la enfermera que conocí.
-Perdone…-digo.
Ella se gira y cuando me reconoce se dirige hacia donde me encontraba.
-Hola señorita.-dice con una sonrisa.
-Hola, usted perdone, pero… ¿hay noticias de mi madre?
-¿Qué edad tienes?
-Qué más da. ¿Me lo va a decir?
-Antes dime tu edad, por favor.
-Diecisiete años.
-¿No está aquí el señor que ayer estaba contigo?
-Sí, pero, ¿me va a decir lo que le pasa a mi madre?
-Lo siento corazón, pero a los menores de edad no se les está permitido contarles nada.
No podía dar crédito a lo que estaba escuchando.
-¿Cómo dice? Es decir, aun siendo su hija, ¿no tengo derecho a saberlo?
-Así son las cosas. Lo siento de verás.
-¿QUÉ LO SIENTE? MI MADRE PUEDE….
-Shhh, baja la voz. Está prohibido gritar en el hospital.-me advierte.
Había armado tal escándalo que dos personas que se encontraban allí se me quedaron mirando.
-Perdone-dice entonces Alek-¿no nos va a dar ninguna información sobre cómo está Alina?
-Sí, le estaba buscando señor.
-Díganos cómo se encuentra.
-Lo siento, pero ella no se puede enterar-dice señalándome.
-Usted me va a decir delante de ella cómo está su madre.
Mañana esta mujercita cumple los dieciocho. Así que no importa si se entera. Es más, está en su derecho, es su madre.
La enfermera, cansada, accedió y nos contó que Alina estaba en coma. Pero que era casi imposible que pudiera volver a vivir.
-Está en coma, cuarto grado.
-¿Qué es eso del cuarto grado?-pregunto ansiosa.
La enfermera me miro y me indicó que me sentase. Una vez estuvimos los tres sentados, comenzó a explicarnos todo.
-Veréis. El coma es una expresión de un fuerte trastorno de las funciones cerebrales y con peligro de muerte. Hay distintos niveles de coma, y Alina se encuentra en el cuarto grado. Bien, cuando una persona se encuentra en el cuarto grado de coma, esto significa que no tiene reacción al dolor ni reacción de las pupilas y además, la falta de los demás reflejos de protección.
-Pero ¿cómo ha entrado mi madre en coma? ¿Qué sucedió?
-Debido a la apoplejía y trauma cerebral.
-¿Se puede recuperar?
-Lo dudamos. Si en 48 horas no reacciona, me temo que la tendremos que desconectar de las máquinas y dejar que se vaya al otro lado. Otra cosa no podemos hacer.

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