lunes, 5 de marzo de 2012

Terrible pesadilla parte 7


Abro los ojos. Me siento aturdida. ¿Dónde estoy ? ¿Qué ha pasado ? Miro a mi alrededor y el pánico me invade cuando no reconozco el lugar en el que me encuentro. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir. Entoces empiezo a recordar todo lo que ha sucedido hasta el momento. ¿Ha sido todo una pesadilla ? En ese caso, ¿qué hacía yo en una habitación totalmente desconocida ?
Me levanté de aquella cómoda cama en la cual me encontraba y decidí ir a investigar en qué lugar estaba. Cuando salí del cuarto, un olor a viejo me invadió. Supe que me encontraba en aquella vieja casa donde Alek encerraba a algunas personas en el sótano.
Bajé silenciosamente por aquellas escaleras que se encontraban justo enfrente del cuarto donde desperté. Una vez que llegué a la planta principal, me dirigí a la puerta de salida, la puerta hacia la libertad, pero desgraciadamente estaba cerrada con llave. Qué tonta, ¿cómo iba a dejar la puerta abierta ? Así que me dirigí a la puerta que conducía al sótano, pero también se encontraba cerrada bajo llave. ¡Maldita sea !
De pronto, sentí una mano posarse en mi hombro.
Inmediatamente, di un salto hacia atrás, debido al susto que éste me había provocado.
-Tranquila, cariño.-dice Alek- No te voy a hacer daño. Siento haberte asustado. ¿Quieres desayunar ?
Tenía muchísima hambre, pero rechacé la invitación, pues no me fíaba de aquel tipo para nada. Probablemente hubiese envenenado la comida o le habría echado algo. Prefería no arriesgarme, aunque aquello supusiese morir de hambre.
Me sonrió, y yo también. Y nos quedamos observándonos durante unos minutos. Aquella situación me incomodaba. No sabía cómo reaccionar ni qué era lo que debía hacer.
-Si no quieres comer nada, al menos querrás hablar, ¿no ?
No podía negarme. Debía hablar con él para intentar sacarle información. Lo necesitaba.
-Claro, con mucho gusto.
Me tomó de la mano y me llevó hacia el salón. Con un gesto de mano, me indicó que me sentase en un sillón verde, que parecía bastante cómodo.
Cuando me senté, él hizo lo mismo en el sillón que se encotraba enfrente.
-¿Has dormido bien ?- me pregunta.
-Sí. Pero…¿cómo llegué hasta esa cama ? No recuerdo nada.
-Te desmayaste después de saber que tu padre había muerto.-y sonrió tras decirlo.
-¿Por qué sonríes ?
-Estaba tan solo recordando cómo le corté la cabeza a tu padre y cómo sufrió tu madre cuando lo vio.
-No tienes corazón. Eres un ser despreciable.
Soltó una escandalosa carcajada.
-Pequeña, qué poco sabes de la vida. Uno realmente disfruta haciendo sufrir a los demás. Siempre ha sido así, y esto nunca cambiará.
Desde luego, Alek estaba loco de atar. Es cierto que en el mundo hay mucha gente malvada. De hecho, recuerdo cuando iba al instituto. Recuerdo perfectamente cómo me trataban y lo mal que lo pasaba. Por eso siempre había sido una marginada en el instituto, afortunadamente tenía mi grupo de amigos, pero la depresión que los demás me causaban era tremenda. Lloraba todos los días al volver a casa.
Los jóvenes disfrutaban haciendo daño a los demás. Pero esta maldad no es nada comparada con la de Alek. En comparación, la de los jóvenes es una maldad sana. Pero asesinar a gente así por que sí, sin ningún motivo aparente, era algo terrible, algo que solo los psicópatas locos hacían. Debía tener mucho cuidado. Aquel tipo podría matarme si así lo deseaba. No se iba a lamentar después en el resto de su vida.
Tras hacer una larga reflexión, le hice la pregunta que más me intrigaba.
-¿Por qué tienes a toda esa gente encerrada allí abajo ?
-Creí que esa pregunta jamás iba a llegar. Te seré sincero. Quiero recuperar de todas esas personas algo que me pertenece y no me quieren devolver. Si se oponen, no me queda más que torturarlas, y si no se inmutan, entonces no tengo más remedio que asesinarlas.
-Pero si asesinas a una persona, jamás podrás conseguir esa cosa que tanto ansíabas. ¿No lo has pensado ?
-Claro que sí. Pero de todas las personas ahí abajo solo quería algo que, curiosamente tus padres, guardaban y se negaban a darmelo.
-¿Y por qué escondes y maltratas también a los demás ? ¿Y qué es esa cosa ?
-Bah, esos solo me sirven para meterles miedo a tus padres.
-Déjalos libres entonces. ¿Qué es eso que mis padres no querían darte ? Quizá puedo dartelo yo y así nos dejas en paz a mi madre y a mí.
-Oh, que ingenua eres. Ya he recuperado eso que me pertenecía.
-Dejanos entonces a mi madre y a mí libres.
-Cariño, ¿no te das cuentas que eso que tanto ansíaba eras tú, mi pequeña flor ? Ya te he recuperado, al fin. Aunque aún me queda algó más por recuperar.
Y sonríe.

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